“Quiero decirle a quien torturó a mi Papá, que lo perdono” (Rosa Anaya)

jueves, 13 de noviembre de 2008 ·


Perdonar a quienes nos ofenden es un mandato Divino. Pero no es fácil hacerlo, sobre todo si 21 años después de los hechos, los asesinos no han dado la cara. No hay a quien perdonar. Pero la memoria de los que se despojaron de sí por la causa de los oprimidos, es necesario mantenerla y multiplicarla. Eso precisamente es lo que busca el colectivo de Derechos Humanos "Herbert Anaya Sanabria", darle luz a una vida que quisieron apagar, pero que como muchas, brilla y se multiplica a pesar de que los poderosos y sus verdugos, la quieran seguir silenciando. En el marco de las actividades conmemorativas de los 21 años del asesinato de Herbert Anaya Sanabria, El Independiente habló con Rosa Anaya, hija del asesinado defensor de los derechos humanos. Estas son sus declaraciones.
¿Desde la perspectiva familiar, que significado tiene para ustedes y para el país, la vida de Herbert Anaya Sanabria?Para nosotros ha sido muy importante haber tenido ejemplos como los de ambos, mi mamá y mi papá. Es admirable todo lo que ellos han hecho, no por individuos, si no por la gente en general; para nosotros ha sido sumamente impresionante, como hemos ido conociéndolos a ellos, a través de otras personas, cómo la gente nos ha ido contando… porque cuando mataron a mi papá, en el 87, yo tenía 10 y mi hermana menor tenía 5 años; más o menos sabíamos, pero no los conocíamos a ellos hasta después. Les conocimos cuando íbamos escuchando historias de otras personas.
¿Y sienten ustedes algún compromiso con la gente, a partir de la herencia de Herbert?De alguna manera, sería un poco vergonzoso para nosotros, digámoslo así verdad, que después de todo lo que él entregó, le diéramos la espalda a su gente; porque no es posible con ese ejemplo que nos ha dado, que nos dejó, simplemente decir, a mi no me importa. Y a pesar de todos los problemas que hemos tenido, cada quien ha agarrado un camino distinto, pero siempre en la lucha, siempre intentando hacerle ver al mundo que El Salvador, a pesar de que tiene edificios bonitos, no quiere decir que nuestra gente anda calzada, por ejemplo, que tiene comida las tres veces al día o que detrás de Multiplaza no hay una comunidad también que tiene grandes necesidades y que hay muchos otros temas en este país que no se han resuelto.
¿Qué ejemplo recoges de tu padre con su testimonio de vida? Creo que para mí ha sido sumamente importante leer algunos de los pensamientos que mi papá escribió, el año pasado yo vi una carta que él me escribió cuando yo tenía como un año y él dice, verdad, vos algún día te vas a dar cuenta de estas palabras, las vas a llegar a entender, tenés que luchar siempre, porque las personas no nos pertenecemos a nosotros mismos, sino que debemos pertenecernos a los demás y entregarnos por los demás. Tratar de no ser tan egoístas, en el hecho de entregar las energías y creo que ese fue el ejemplo que él nos dejó, que uno no entrega la vida porque se muere, o porque lo matan, al final de cuentas nadie tiene vocación de mártir. Yo pienso que no es tanta la cuestión de que ¡hay que ser héroes! Y no se qué, verdad… yo escucho siempre a una de las monjas que conoció a Monseñor Romero y ella cuenta cómo Monseñor tenía miedo; igual mi papá tenía miedo, creo que ninguno de nuestros héroes y mártires, y nuestras heroínas…todos tenían miedo, todos somos seres humanos.

Herbert Anaya
Herbert Anaya nació en 1954, en Chalchuapa en el seno de una familia que se sostenía de las cortas en las fincas de café. Sufrió junto a su gente las precarias condiciones de su pueblo, la situación de injusticia y represión, estas experiencias aunadas a su gran sensibilidad por los demás, y el desarrollo de su conciencia al llegar como estudiante de Derecho a la Universidad de El Salvador, le impulsó a trabajar por la defensa de los Derechos fundamentales de su gente. Al frente de la Comisión de Derechos Humanos de El Salvador -CDHES-, no gubernamental, su voz fue de denuncia constante contra las violaciones a los derechos humanos que sistemáticamente cometían los "cuerpos de seguridad" del Gobierno Salvadoreño en complicidad con el Gobierno de Estados Unidos, contra el pueblo que reclamaba justicia; decenas de asesinatos diarios, masacres, persecución, tortura y la desaparición forzada de miles; esta voz denunciante era escuchada por muchos tanto a nivel nacional como internacional. El inclaudicable amor por su pueblo oprimido, al que defendió en todo momento, le costó el vivir en carne propia las consecuencias de pronunciarse por la paz, la justicia, y la libertad; por esta razón fue difamado a través de los medios de comunicación, perseguido, detenido, torturado, encarcelado y finalmente asesinado.
Cortesía de: Semanario El Independiente (www.semanariodigitalelindependiente.com)

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Roque por siempre!!!

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1935 - 1975

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